y te encontre, y me di cuenta que eras tu la unica pieza que me faltaba...

11.2.13

Capitulo 37. warm throb ♥





Salimos de ahí lo más rápido que pudimos, unos chicos venían con Michael, uno de ellos me cubrió y me metió en un auto negro completamente blindado… Michael se sentó junto a mí. Uno de los hombres me dio una toalla.  Ellos me miraban con asombro, solo Frank me analizaba completamente quizás viendo que estuviera bien.         

Adam: Yo…Bueno, ¿Michael adonde quieres que te llevemos?      

Eliot: ¿Necesitaras de nuestra ayuda? Nosotros podemos… - Michael se acomodo junto a mí y me abrazo, yo solo pude apoyar mi rostro en su pecho, sentía muchas cosas, tenia miedo, muchísimo miedo y a la vez… estaba segura, pues estaba junto a él, y podía estar en el mismo infierno, pero no sin él.  

Michael sabía lo que sentía, sabía que tenía miedo, me dio un tierno beso en la frente que hizo que suspirara profundo llenando mis pulmones y mi alma, de su amor.            

Mike: … es suficiente lo que han hecho por nosotros chicos, muchas gracias.        
Uno de ellos suspiro profundo, mirándome. Me analizo como haciéndose un millón de preguntas… no quería imaginarme que ellos tampoco estuvieran de acuerdo en que Michael y yo nos amaramos.  

Me sentía Julieta… una desesperada y herida Julieta. Cerré los ojos apoyada en el regazo de Michael y comencé a temblar, parecía estar llena de nieve, recordé que estaba toda mojada… mis labios comenzaron a moverse, me hice un ovillo junto a Michael, el frio me estaba matando, el sueño me estaba dominando…   

Escuchaba a esos hombres hablar en un tono completamente suave, como si el aire se hubiese acabado, como si no quisieran dañar el aire que quedaba levantando su voz.  Escuché una voz… un sonido tan suave y acogedor, no era de este mundo, de eso estaba segura, un sonido capaz de trasmitir paz y confianza eternas… escuché, un palpitar en mi oído, un movimiento lindo, que parecía acompasarse y aumentar su nivel cada vez que yo estaba cerca.  

Ahí en esa oscuridad que transmitían mis ojos, en medio de toda esa desesperación que sentía en el fondo de mi corazón. Un cálido latido… un maravillosa voz de ángel y una respiración tan cerca de mí… acomode mi rostro y suspire, sentí su olor, mi amada morphina, mi amada calidez… mi amado, solamente él.

¿Cómo no amarlo? ¿Cómo no escoger su aroma y sus destellos? ¿Cómo no amar sus movimientos, su respiración, sus labios… su piel? quise desvanecerme como un liquido sobre su piel, quise ser una partícula pequeñísima de su aliento, para poder saber lo maravilloso de su interior.  Me desvanecí en sus brazos, caí completamente embobada por el sueño mesclado con el esquicito aroma de su piel… caí en un sueño hermoso y profundo.  Dicen que cuando uno duerme, los sueños son mensajes subconscientes de lo que uno desea, otros dicen que es porque pensamos en muchísimas cosas y nuestro cerebro se cansa, por eso entramos en un sueño más profundo.  

Pero estaba completamente segura que jamás había dormido tan bien. Estaba completamente confiada, quería quedarme así… para siempre en sus brazos. Tan pequeña, en las manos de un gigantesco príncipe que me acunaba con todo su amor y ternura.  
Y me desvanecí como miel, en su hermoso tacto de canela…            


. . .   


         

 Nubes. Eso eran. 

Sentía que volaba, y saltaba respirando ese delicioso aroma a roció, ese delicioso sabor a paz… volaba y me arre costaba en una hermosa textura suave y completamente acogedora, sin querer ni poder salir de ahí jamás. Frescura en mi rostro… en mi piel. 
Mire hacia abajo y podía ver el mar, tan hermoso y calmado, con un hermoso color azul que jamás había visto en él.  

Mire mis manos… era increíble que estuviera completamente calmada, llena de paz… me acomode en una hermosa nube blanca y pude percibir el suave y maravilloso roce de otra piel sobre mi rostro, sentí unos labios rosando los míos… quise despertar, pues sentí millones de mariposas en mi interior. No pude, simplemente no pude, los ojos se me cerraban… los parpados me pesaban, solo pude moverme en esa hermosa y acogedora nube blanca y esponjosa. 

“Eres tan hermosa… mi princesa”  un roce, un cosquilleo en mi abdomen desnudo… me moví y unos brazos rodearon mi cuerpo, llenándome de amor y ternura.     

Sí, quería quedarme así, para siempre. Quería morirme así, eternamente junto a él… pues era él quien tenía esa única eh indiscutible capacidad de llenar todo mi mundo de lagrimas en sonrisas… de llenar mi alma con ese aliento de vida. 
La luz de la luna entraba por la ventana… y caía sobre el espejo iluminando toda la habitación. 

Destellos de luna… un cálido palpitar llenando el silencio, nuestras respiraciones acompasadas… nuestros corazones unidos a través de ese maravilloso lazo indestructible llamado amor.         

. . .              




La Luna fue remplazada poco a poco por un hermoso y diamantino destello naranja… la luna comenzaba a irse y el sol ni siquiera se había percatado de su ausencia. 

La luz naranja llego a la habitación… y el aire de la madrugada lleno mis pulmones con su frescura. Abrí los ojos lentamente, suspire profundo con ese olor a mar en el aire. Sentí una caricia en mi cabello… estaba acostada en el pecho de Michael, ni siquiera me había percatado de la suavidad de su pecho desnudo en mi rostro. 

Hice una pequeña figura en su abdomen y una hermosa risa salió de sus labios… lo mire rápidamente.  Ahí estaba él… tan hermoso eh irreal como siempre, parecía no formar parte de este mundo. Me dedico una hermosa sonrisa, que bien pudo derretirme de amor… tome su mano y la bese mientras cerraba los ojos. Se levanto y me acomodo junto a él, con esa mirada que lo ocultaba todo y significaba todo. Se apoyo en su brazo derecho y yo me hice una pequeña bolita junto a él. 

Me sentía completamente embobada… él era completamente hermoso, maravillosamente seductor. Observe mi cuerpo que solo tenía unos calcetines y mi ropa interior… Él también tenía solo una prenda puesta. 

Me sonroje completamente… él me miro y me deleito con una diamantina sonrisa de príncipe. Y me beso la nariz.    

– Hola, mi amor… Te ves tan hermosa dormida ¿sabes? – acaricio mi mejilla con su mano, un roce espectacular que me supo a gloria. Me causo muchísimas emociones y cerré los ojos debido a lo que su tacto me causaba. 

– Michael… te amo.          

– Y yo te amo muchísimo más… - Puse mi mano derecha en su pecho, sentí su piel, sus músculos… fui bajando mi mano hasta llegar a su cintura… obra maestra, eso era él. 

Acaricio mi cabello con su mano izquierda y deposito un pequeño beso en mi frente.  Nuestras miradas se encontraron y un escalofrió me recorrió la espalda… el levanto mi mano izquierda, enlazada a su mano derecha en el aire y comenzó a acariciarla, detuvo su mirada ahí, en nuestras manos entrelazadas.

 -  Tenía miedo… estaba completamente asustado, no quería perderte… mi corazón no lo soportaría.  – Puso su frente sobre la mía, obligándome a cerrar los ojos y suspirar su aliento profundamente…  - Pensé que te perdería, que no iba a volver a respirar…            

- No me perdiste Michael… - abrí los ojos, su mirada me hipnotizo. 

– Estoy aquí, junto a ti… tan pegada a tu piel, que a veces pienso que tu piel, es la mía.     

– Es tuya, amor mío… soy completamente tuyo. – Sonreí, mordiéndome los labios… pues me encantaba, me fascinaba la idea, pero me emocionaba aún más saber que yo, también era completamente suya. Solo de él.      

– Te sonrojaste… - Río – pareces una muñeca cuando te sonrojas, aunque ya eres una muñeca… mi muñequita de porcelana.  – Ambos reímos con suavidad, cascabeles, su risa parecía un cascabel… un hermoso tintineo típico en navidad.  Nuestra risa fue sustituida por un beso… un beso tan rápido y fugaz como el aire.  

Paz… ese beso era paz, amor y calidez, todas esas sensaciones juntas en nuestros labios, que parecían no suficientes… ese beso era insuficiente queríamos más, anhelábamos más…  el teléfono sonó, quebrando toda la hermosa magia del aire. 

Michael sonrío, suspiro cerrando sus ojos y depositando un pequeño y corto beso en mis labios… se levanto y camino hacia el tocador que tenia un enorme espejo con hermoso detalles dorados en el y en la mesa estaba el teléfono… Santo Dios su anatomía me tenía completamente embobada, cada movimiento de sus piernas largas, suaves… color canela, el sonido de sus pies contra el suelo, su maravillosa voz contestando el teléfono… apreté la sabana con ambas manos y la lleve a mi nariz, inhalando el aroma que él había dejado en la tela. Michael me tenía completamente desquiciada, completamente loca… completamente enamorada. 

Ni siquiera preste atención a la conversación que se desarrollaba en el teléfono, me levante sin dejar de mirarlo y camine hacia el tocador. Puse mis manos en sus hombros y las deslice sobre su espalda, no resistí… bese su cuello desde atrás bajando con los besos hacia sus hombros y su  espalda, pude sentirlo temblar, colgó el teléfono rápidamente y se paro acercándose muy rápido hacia mí, comenzó una guerra de cosquillas, Michael me besaba el cuello y sus dedos completamente traviesos recorrían mi cintura, provocándome millones de risitas nerviosas.     

– Chiqui, chiqui, prrr… - Él hacía soniditos muy lindos con su maravillosa voz mientras yo trataba de no asfixiarme debido a la risa.  

– Me rindo, ganaste, ganaste… ¡Michael! ¡Amor! – Me reí, tenia lagrimas en los ojos de tanto reír.         

- ¡Gane! Jajá! Te quiero, te quiero, te quiero… - Dijo, mientras me besaba alocadamente el cuello mientras yo trataba de no morir de un ataque de risa. Nos detuvimos.    

- ¿Quién llamo?    

- Era Liz, solo… debía aclararle algunas cosas. - Dijo, mientras me miraba, con un gesto tan hermoso. ¿Porque rayos era tan guapo?    






Sonreí, mordiendome los labios. - ¿Dónde estamos? – me acerque hacía la ventana.        

– Pequeña ¿No lo reconoces? – me abraso por detrás, colocando su mentón en mi hombro. Las palmeras, el aire… ¿Cómo no reconocerlo? ¿Cómo no recordar…? Nuestra playa, nuestro hogar…       

- Estamos en nuestra casa ¿verdad? – Me di vuelta y lo mire a los ojos – Es nuestra playa, nuestro escondite…         

- Nuestro lugar…      

- El día en que nos fuimos de aquí, sabía que volveríamos… sabía que tu y yo volveríamos a estar aquí, juntos. – Sonreí -       

- Amo este lugar, me transmite paz y amor… y estando contigo, estas emociones simplemente son pocas.   

– Gracias por haberme traído, Michael. – Reí de pura emoción y mi respuesta fue esa maravillosa sonrisa en el rostro de mi príncipe.        

 Esta casa es tuya, amor… esta playa es tuya, todo lo que ves aquí es completamente tuyo… Incluyéndome. – Me sonrojé – eres hermosa cuando te sonrojas, eres hermosa cuando no lo haces… eres hermosa cuando duermes, cuando me miras, cuando sonríes, cuando te enojas, cuando lloras, cuando respiras… - Bajé la mirada, mordiéndome los labios pues un frenesí de pasión lleno mi corazón, mis ojos se llenaron de lagrimas. No merecía su amor, no me merecía absolutamente nada de lo que mi ángel de daba, su aroma, su voz… su cariño, me bastaba y me sobraba para vivir en el mismo infierno… solo con él.        

– Olvidémonos de todo, Michael… - estaba a punto de llorar, Él limpio mis lágrimas, pues ya habían salido a mi rostro.       

- ¿Por qué lloras? Se supone que las princesas no lloran.         

– Lloro porque te amo… porque simplemente quiero morirme contigo, vivir para siempre contigo, este amor me está matando.       

– Déjate llevar, cariño deja que nuestro amor llene tu alma y se apodere de ti… yo ya lo hice. Y es lo más maravilloso que me ah podido pasar. Tómame, Abrázame… quiéreme, apodérate de mí, pues ya soy completamente tuyo, mi alma, corazón y mente solo piensan en ti a cada instante, solo te aman a ti a cada minuto. – Él también comenzó a llorar con esa maravillosa sonrisa en sus labios. - ¿Quieres volar…?           

- Hazme volar… - Puse mi mejilla en su cuello y cerré los ojos, perdiéndome ahí, en la textura de su hermosa piel. - Llévame al espacio y perdámonos ahí, donde ni las estrellas podrán oponerse. – Al decir eso, muchísimas lagrimas más, salieron de mis ojos, pues ni siquiera entendía por qué estar con Michael podía ser pecado, porque amar a Michael era para todos un error, un fatídico eh imperdonable error. 


No lo entendía… amarlo con cada fibra de mi ser era para lo que había nacido, para lo que mi corazón quería dedicarse el resto de mi vida.  Me beso, nuestros labios se acompasaron suavemente, él me abrazo y sus manos recorrieron toda mi espalda, mi piel se erizo, mi corazón tembló… pues Michael provocaba un cataclismo en mi cuerpo cada vez que él lo tocaba. Besé su pecho, observe su maravilloso cuerpo, esa maravillosa obra de arte que eran sus músculos en su abdomen, la hermosa silueta de su cadera… sus piernas largas, increíblemente seductoras, toda su figura completamente esbelta y definida, tragué saliva y me ruborice, mordiéndome los labios mientras Michael sonreía, y depositaba un tierno besito en mi frente, que bajo hacia mi nariz y llego a mis labios… aumentando el fuego ahí. Toque su abdomen y su espalda…Michael besaba mi cuello, mis manos recorrían sus muslos, despojándolo de su pequeña prenda. Mis manos temblaban, estaba nerviosa, completamente asustada… apoye mi rostro sobre su hombro mientras él quitaba mi sostén, respire profundo, lentamente, tenía que controlarme. Él lo noto y sonrió, leyendo mis pensamientos.

– Eres hermosa ¿lo sabías? – ese hermoso susurro me provoco un escalofrió, me mordí los labios, y observe los primeros rayos de sol, entrando en las hermosas cortinas blancas de la habitación, ¿Había un amanecer más hermoso que este? No, no lo habría, jamás. 

Michael me levanto en sus brazos quitándome la gravedad sabiendo que no la volvería a sentir en un largo tiempo. Camino hacia la cama, depositándome en ella con sumo cuidado y delicadez, mientras sus ojos se encontraban con los míos. 

Amor… amor, amor, amor, era todo, absolutamente todo lo que veía en ellos, Dios mío cuanto lo amaba, mi corazón iba a explotar de eso estaba segura… me beso, sus dedos rozaban en mi piel desnuda encendiendo el fuego en ella, se coloco sobre mí… y acaricio mis mejillas.  

- ¿Tienes idea de cuánto te amo? Pequeña… - su respiración se agito, nuestra piel quemaba, íbamos a morir… -  Eres mi mas amada adicción, mi más preciado tesoro… mi hermosa morfina.   



Lo besé, no resistí más, acaricie su piel, él beso mi cuello, quitándome la ultima prenda. Dicen que cuando amas demasiado a una persona, te vuelves adicta… Pero eso no es amor, es pasión. En cambio el amor, es la necesidad innata de poseer a esa persona, poseer su alma, pertenecerle para siempre, sin miedo a morir por ello. La necesidad de poseerle es porque su alma te ah atrapado, porque sabes que es tu otra mitad, tu motivo… tu vida. 

Yo, quería pertenecerle a él, ser suya y desvanecerme en su piel, dejar de ser, entregarle mi alma y mi cuerpo. Y lo hice… él se entrego a mí y me hiso suya, llevándome cerca del sol, allá donde la luna se ve completamente hermosa. Me aferré a su espalda… él gemía mi nombre, yo cerraba los ojos con fuerza… completamente mareada, con su alma en mis venas, con su olor dentro de mi piel. 

Bailar, junto a los pequeños rayos de sol entrando por la ventana, con la luna escondiéndose y el sol apareciendo a lo lejos con un brillo que nada tenía de normal, pues para mí era más hermoso de lo habitual. Abrí los ojos y observe su rostro, como de ángel… completamente entregado, completamente enamorado y doblegado, Dios mío, qué guapo era… coloco su frente sobre la mía y mordió sus labios, con un gesto hermosamente doloroso que provoco en mi un estallido, obligándome a gritar de amor. 

Entrelazamos nuestras manos, empapadas de sudor y él abrió los ojos mirándome, enamorándome con esa maravillosa mirada y ese cálido palpitar…