Salimos de ahí lo más rápido que pudimos,
unos chicos venían con Michael, uno de ellos me cubrió y me metió en un auto
negro completamente blindado… Michael se sentó junto a mí. Uno de los hombres
me dio una toalla. Ellos me miraban con
asombro, solo Frank me analizaba completamente quizás viendo que estuviera
bien.
Adam: Yo…Bueno, ¿Michael
adonde quieres que te llevemos?
Eliot: ¿Necesitaras de nuestra ayuda? Nosotros podemos… - Michael se
acomodo junto a mí y me abrazo, yo solo pude apoyar mi rostro en su pecho, sentía
muchas cosas, tenia miedo, muchísimo miedo y a la vez… estaba segura, pues
estaba junto a él, y podía estar en el mismo infierno, pero no sin él.
Michael sabía lo que sentía, sabía que tenía
miedo, me dio un tierno beso en la frente que hizo que suspirara profundo
llenando mis pulmones y mi alma, de su amor.
Mike: … es suficiente lo que han
hecho por nosotros chicos, muchas gracias.
Uno de ellos suspiro profundo,
mirándome. Me analizo como haciéndose un millón de preguntas… no quería
imaginarme que ellos tampoco estuvieran de acuerdo en que Michael y yo nos
amaramos.
Me sentía Julieta… una
desesperada y herida Julieta. Cerré los ojos apoyada en el regazo de Michael y
comencé a temblar, parecía estar llena de nieve, recordé que estaba toda
mojada… mis labios comenzaron a moverse, me hice un ovillo junto a Michael, el
frio me estaba matando, el sueño me estaba dominando…
Escuchaba a esos hombres hablar en un tono
completamente suave, como si el aire se hubiese acabado, como si no quisieran
dañar el aire que quedaba levantando su voz.
Escuché una voz… un sonido tan suave y acogedor, no era de este mundo,
de eso estaba segura, un sonido capaz de trasmitir paz y confianza eternas…
escuché, un palpitar en mi oído, un movimiento lindo, que parecía acompasarse y
aumentar su nivel cada vez que yo estaba cerca.
Ahí en esa oscuridad que transmitían mis ojos, en medio de toda esa
desesperación que sentía en el fondo de mi corazón. Un cálido latido… un
maravillosa voz de ángel y una respiración tan cerca de mí… acomode mi rostro y
suspire, sentí su olor, mi amada morphina, mi amada calidez… mi amado,
solamente él.
¿Cómo no
amarlo? ¿Cómo no escoger su aroma y sus destellos? ¿Cómo no amar sus
movimientos, su respiración, sus labios… su piel? quise desvanecerme como un
liquido sobre su piel, quise ser una partícula pequeñísima de su aliento, para
poder saber lo maravilloso de su interior.
Me desvanecí en sus brazos, caí completamente embobada por el sueño
mesclado con el esquicito aroma de su piel… caí en un sueño hermoso y profundo. Dicen que cuando uno duerme, los sueños son
mensajes subconscientes de lo que uno desea, otros dicen que es porque pensamos
en muchísimas cosas y nuestro cerebro se cansa, por eso entramos en un sueño
más profundo.
Pero estaba completamente
segura que jamás había dormido tan bien. Estaba completamente confiada, quería
quedarme así… para siempre en sus brazos. Tan pequeña, en las manos de un gigantesco príncipe que me acunaba con todo
su amor y ternura.
Y me desvanecí como
miel, en su hermoso tacto de canela…
. . .
Nubes. Eso eran.
Sentía que volaba, y saltaba respirando ese delicioso aroma a roció, ese
delicioso sabor a paz… volaba y me arre costaba en una hermosa textura suave y completamente
acogedora, sin querer ni poder salir de ahí jamás. Frescura en mi rostro… en mi
piel.
Mire hacia abajo y podía ver el mar, tan hermoso y calmado, con un
hermoso color azul que jamás había visto en él.
Mire mis manos… era increíble que estuviera completamente calmada, llena
de paz… me acomode en una hermosa nube blanca y pude percibir el suave y
maravilloso roce de otra piel sobre mi rostro, sentí unos labios rosando los
míos… quise despertar, pues sentí millones de mariposas en mi interior. No
pude, simplemente no pude, los ojos se me cerraban… los parpados me pesaban,
solo pude moverme en esa hermosa y acogedora nube blanca y esponjosa.
“Eres tan
hermosa… mi princesa” un roce, un
cosquilleo en mi abdomen desnudo… me moví y unos brazos rodearon mi cuerpo,
llenándome de amor y ternura.
Sí,
quería quedarme así, para siempre. Quería morirme así, eternamente junto a él…
pues era él quien tenía esa única eh indiscutible capacidad de llenar todo mi
mundo de lagrimas en sonrisas… de llenar mi alma con ese aliento de vida.
La
luz de la luna entraba por la ventana… y caía sobre el espejo iluminando toda
la habitación.
Destellos de luna… un cálido palpitar llenando el silencio,
nuestras respiraciones acompasadas… nuestros corazones unidos a través de ese
maravilloso lazo indestructible llamado amor.
. . .
La Luna fue remplazada poco a poco
por un hermoso y diamantino destello naranja… la luna comenzaba a irse y el sol
ni siquiera se había percatado de su ausencia.
La luz naranja llego a la
habitación… y el aire de la madrugada lleno mis pulmones con su frescura. Abrí
los ojos lentamente, suspire profundo con ese olor a mar en el aire. Sentí una
caricia en mi cabello… estaba acostada en el pecho de Michael, ni siquiera me
había percatado de la suavidad de su pecho desnudo en mi rostro.
Hice una
pequeña figura en su abdomen y una hermosa risa salió de sus labios… lo mire
rápidamente. Ahí estaba él… tan hermoso
eh irreal como siempre, parecía no formar parte de este mundo. Me dedico una
hermosa sonrisa, que bien pudo derretirme de amor… tome su mano y la bese
mientras cerraba los ojos. Se levanto y me acomodo junto a él, con esa mirada
que lo ocultaba todo y significaba todo. Se apoyo en su brazo derecho y yo me
hice una pequeña bolita junto a él.
Me sentía completamente embobada… él era
completamente hermoso, maravillosamente seductor. Observe mi cuerpo que solo
tenía unos calcetines y mi ropa interior… Él también tenía solo una prenda
puesta.
Me sonroje completamente… él me miro y me deleito con una diamantina
sonrisa de príncipe. Y me beso la nariz.
– Hola, mi amor… Te ves tan hermosa dormida ¿sabes? – acaricio mi
mejilla con su mano, un roce espectacular que me supo a gloria. Me causo
muchísimas emociones y cerré los ojos debido a lo que su tacto me causaba.
– Michael…
te amo.
– Y yo te amo muchísimo
más… - Puse mi mano derecha en su pecho, sentí su piel, sus músculos… fui
bajando mi mano hasta llegar a su cintura… obra maestra, eso era él.
Acaricio
mi cabello con su mano izquierda y deposito un pequeño beso en mi frente. Nuestras miradas se encontraron y un
escalofrió me recorrió la espalda… el levanto mi mano izquierda, enlazada a su
mano derecha en el aire y comenzó a acariciarla, detuvo su mirada ahí, en
nuestras manos entrelazadas.
- Tenía
miedo… estaba completamente asustado, no quería perderte… mi corazón no lo
soportaría. – Puso su frente sobre la
mía, obligándome a cerrar los ojos y suspirar su aliento profundamente… - Pensé que te perdería, que no iba a volver
a respirar…
- No me perdiste
Michael… - abrí los ojos, su mirada me hipnotizo.
– Estoy aquí, junto a ti… tan
pegada a tu piel, que a veces pienso que tu piel, es la mía.
– Es tuya, amor mío… soy completamente
tuyo. – Sonreí, mordiéndome los labios… pues me encantaba, me fascinaba la
idea, pero me emocionaba aún más saber que yo, también era completamente suya.
Solo de él.
– Te sonrojaste… - Río –
pareces una muñeca cuando te sonrojas, aunque ya eres una muñeca… mi muñequita
de porcelana. – Ambos reímos con
suavidad, cascabeles, su risa parecía un cascabel… un hermoso tintineo típico
en navidad. Nuestra risa fue sustituida
por un beso… un beso tan rápido y fugaz como el aire.
Paz… ese beso era paz, amor y calidez, todas
esas sensaciones juntas en nuestros labios, que parecían no suficientes… ese
beso era insuficiente queríamos más, anhelábamos más… el teléfono sonó, quebrando toda la hermosa
magia del aire.
Michael sonrío, suspiro cerrando sus ojos y depositando un
pequeño y corto beso en mis labios… se levanto y camino hacia el tocador que
tenia un enorme espejo con hermoso detalles dorados en el y en la mesa estaba
el teléfono… Santo Dios su anatomía me tenía completamente embobada, cada
movimiento de sus piernas largas, suaves… color canela, el sonido de sus pies
contra el suelo, su maravillosa voz contestando el teléfono… apreté la sabana
con ambas manos y la lleve a mi nariz, inhalando el aroma que él había dejado
en la tela. Michael me tenía completamente desquiciada, completamente loca…
completamente enamorada.
Ni siquiera preste atención a la conversación que se
desarrollaba en el teléfono, me levante sin dejar de mirarlo y camine hacia el
tocador. Puse mis manos en sus hombros y las deslice sobre su espalda, no
resistí… bese su cuello desde atrás bajando con los besos hacia sus hombros y
su espalda, pude sentirlo temblar, colgó
el teléfono rápidamente y se paro acercándose muy rápido hacia mí, comenzó una
guerra de cosquillas, Michael me besaba el cuello y sus dedos completamente
traviesos recorrían mi cintura, provocándome millones de risitas
nerviosas.
– Chiqui, chiqui, prrr… -
Él hacía soniditos muy lindos con su maravillosa voz mientras yo trataba de no
asfixiarme debido a la risa.
– Me rindo,
ganaste, ganaste… ¡Michael! ¡Amor! – Me reí, tenia lagrimas en los ojos de
tanto reír.
- ¡Gane! Jajá! Te
quiero, te quiero, te quiero… - Dijo, mientras me besaba alocadamente el cuello
mientras yo trataba de no morir de un ataque de risa. Nos detuvimos.
- ¿Quién llamo?
- Era Liz, solo… debía aclararle algunas
cosas. - Dijo, mientras me miraba, con un gesto tan hermoso. ¿Porque rayos era tan guapo?
Sonreí, mordiendome los labios. - ¿Dónde estamos? – me
acerque hacía la ventana.
–
Pequeña ¿No lo reconoces? – me abraso por detrás, colocando su mentón en mi
hombro. Las palmeras, el aire… ¿Cómo no reconocerlo? ¿Cómo no recordar…? Nuestra
playa, nuestro hogar…
- Estamos en
nuestra casa ¿verdad? – Me di vuelta y lo mire a los ojos – Es nuestra playa,
nuestro escondite…
- Nuestro
lugar…
- El día en que nos fuimos de
aquí, sabía que volveríamos… sabía que tu y yo volveríamos a estar aquí,
juntos. – Sonreí -
- Amo este
lugar, me transmite paz y amor… y estando contigo, estas emociones simplemente
son pocas.
– Gracias por haberme traído,
Michael. – Reí de pura emoción y mi respuesta fue esa maravillosa sonrisa en el
rostro de mi príncipe.
– Esta casa es tuya, amor… esta playa es tuya,
todo lo que ves aquí es completamente tuyo… Incluyéndome. – Me sonrojé – eres
hermosa cuando te sonrojas, eres hermosa cuando no lo haces… eres hermosa
cuando duermes, cuando me miras, cuando sonríes, cuando te enojas, cuando
lloras, cuando respiras… - Bajé la mirada, mordiéndome los labios pues un
frenesí de pasión lleno mi corazón, mis ojos se llenaron de lagrimas. No
merecía su amor, no me merecía absolutamente nada de lo que mi ángel de daba,
su aroma, su voz… su cariño, me bastaba y me sobraba para vivir en el mismo
infierno… solo con él.
–
Olvidémonos de todo, Michael… - estaba a punto de llorar, Él limpio mis
lágrimas, pues ya habían salido a mi rostro.
- ¿Por qué lloras? Se supone que las
princesas no lloran.
– Lloro
porque te amo… porque simplemente quiero morirme contigo, vivir para siempre
contigo, este amor me está matando.
– Déjate llevar, cariño deja que nuestro amor llene tu alma y se apodere
de ti… yo ya lo hice. Y es lo más maravilloso que me ah podido pasar. Tómame,
Abrázame… quiéreme, apodérate de mí, pues ya soy completamente tuyo, mi alma,
corazón y mente solo piensan en ti a cada instante, solo te aman a ti a cada
minuto. – Él también comenzó a llorar con esa maravillosa sonrisa en sus
labios. - ¿Quieres volar…?
-
Hazme volar… - Puse mi mejilla en su cuello y cerré los ojos, perdiéndome ahí,
en la textura de su hermosa piel. - Llévame
al espacio y perdámonos ahí, donde ni las estrellas podrán oponerse. – Al decir
eso, muchísimas lagrimas más, salieron de mis ojos, pues ni siquiera entendía
por qué estar con Michael podía ser pecado, porque amar a Michael era para
todos un error, un fatídico eh imperdonable error.
No lo entendía… amarlo con
cada fibra de mi ser era para lo que había nacido, para lo que mi corazón
quería dedicarse el resto de mi vida. Me
beso, nuestros labios se acompasaron suavemente, él me abrazo y sus manos
recorrieron toda mi espalda, mi piel se erizo, mi corazón tembló… pues Michael
provocaba un cataclismo en mi cuerpo cada vez que él lo tocaba. Besé su pecho,
observe su maravilloso cuerpo, esa maravillosa obra de arte que eran sus
músculos en su abdomen, la hermosa silueta de su cadera… sus piernas largas,
increíblemente seductoras, toda su figura completamente esbelta y definida,
tragué saliva y me ruborice, mordiéndome los labios mientras Michael sonreía, y
depositaba un tierno besito en mi frente, que bajo hacia mi nariz y llego a mis
labios… aumentando el fuego ahí. Toque su abdomen y su espalda…Michael besaba
mi cuello, mis manos recorrían sus muslos, despojándolo de su pequeña prenda.
Mis manos temblaban, estaba nerviosa, completamente asustada… apoye mi rostro
sobre su hombro mientras él quitaba mi sostén, respire profundo, lentamente,
tenía que controlarme. Él lo noto y sonrió, leyendo mis pensamientos.
– Eres
hermosa ¿lo sabías? – ese hermoso susurro me provoco un escalofrió, me mordí los
labios, y observe los primeros rayos de sol, entrando en las hermosas cortinas
blancas de la habitación, ¿Había un amanecer más hermoso que este? No, no lo
habría, jamás.
Michael me levanto en sus brazos quitándome la gravedad sabiendo
que no la volvería a sentir en un largo tiempo. Camino hacia la cama, depositándome
en ella con sumo cuidado y delicadez, mientras sus ojos se encontraban con los míos.
Amor… amor, amor, amor, era todo, absolutamente todo lo que veía en ellos, Dios
mío cuanto lo amaba, mi corazón iba a explotar de eso estaba segura… me beso,
sus dedos rozaban en mi piel desnuda encendiendo el fuego en ella, se coloco
sobre mí… y acaricio mis mejillas.
-
¿Tienes idea de cuánto te amo? Pequeña… - su respiración se agito, nuestra piel
quemaba, íbamos a morir… - Eres mi mas
amada adicción, mi más preciado tesoro… mi hermosa morfina.
Lo besé, no resistí más, acaricie su piel,
él beso mi cuello, quitándome la ultima prenda. Dicen que cuando amas demasiado
a una persona, te vuelves adicta… Pero eso no es amor, es pasión. En cambio el
amor, es la necesidad innata de poseer a esa persona, poseer su alma,
pertenecerle para siempre, sin miedo a morir por ello. La necesidad de poseerle
es porque su alma te ah atrapado, porque sabes que es tu otra mitad, tu motivo…
tu vida.
Yo, quería pertenecerle a él, ser suya y desvanecerme en su piel,
dejar de ser, entregarle mi alma y mi cuerpo. Y lo hice… él se entrego a mí y
me hiso suya, llevándome cerca del sol, allá donde la luna se ve completamente
hermosa. Me aferré a su espalda… él gemía mi nombre, yo cerraba los ojos con
fuerza… completamente mareada, con su alma en mis venas, con su olor dentro de
mi piel.
Bailar, junto a los pequeños rayos de sol entrando por la ventana, con
la luna escondiéndose y el sol apareciendo a lo lejos con un brillo que nada tenía
de normal, pues para mí era más hermoso de lo habitual. Abrí los ojos y observe
su rostro, como de ángel… completamente entregado, completamente enamorado y
doblegado, Dios mío, qué guapo era… coloco su frente sobre la mía y mordió sus
labios, con un gesto hermosamente doloroso que provoco en mi un estallido, obligándome
a gritar de amor.
Entrelazamos nuestras manos, empapadas de sudor y él abrió los
ojos mirándome, enamorándome con esa maravillosa mirada y ese cálido palpitar…